fluir con la vida

Fluir con la vida

Hoy durante la meditación me llegó una imagen de la infancia: dos niñas volteando una cuerda que restalla rítmicamente sobre la acera. Yo estoy atenta a los giros de la cuerda, esperando el momento oportuno para introducirme. Tengo un poco de miedo, porque si no entras en el instante adecuado la cuerda puede golpearte en las piernas como un látigo; o puedes enredarte y patosamente caer al suelo, ante las risas de las compañeras.

Pero también puede salir bien: me lanzo, salto y la cuerda pasa limpiamente bajo los pies y sobre la cabeza. Entonces, solo tengo que seguir atenta al ritmo para no equivocarme. Muy atenta. Al cabo de un rato, puede que el cansancio empiece a hacer mella y la coordinación se pierda. O puede que se cruce un pensamiento cualquiera que desvíe mi atención y me equivoque. La cuerda entonces deja de girar para mí y es el turno de la siguiente compañera. Con el corazón palpitante la contemplo saltar, mientras espero que me vuelva a tocar.

¿Por qué os cuento todo esto? Porque he visto un símil entre esta experiencia y nuestra vida. La vida tiene sus ritmos. Y es necesario aprenderlos e integrarlos para sacarle partido a la existencia. Es lo que comunmente se denomina fluir con la vida.

RITMO Y FLUJO

Ritmo es una palabra de origen griego que significa «simetría», «regularidad», «recurrencia». Ritmo es orden. Pero, lo curioso, es que la raíz de esta palabra viene de rheos que significa «fluir». Por tanto, el ritmo está ligado al movimiento. Y los antiguos ya habían observado que el movimiento no es caos sino que tiene un orden y que este orden es regular y periódico.

Cuando hablamos de la Ley del Ritmo ya estuvimos comentando acerca de este Principio Universal que advertíamos en la naturaleza. Pero, también, si somos observadores, lo podemos ver en nosotros. Nuestra existencia es cíclica y la de todo lo que nos rodea también. Y dentro de un ciclo hay altibajos. Momentos en los que tenemos más energía, momentos en los que no. Y, a su vez, el entorno nos resultará más favorable en determinados momentos y en otros no.

LA ESPERA Y LA ACCIÓN

Saber fluir con la vida es adaptarse a sus ritmos. Y la adaptación implica aceptación. Saber aceptar cuando es nuestro turno y cuando no. Aprender a esperar el momento adecuado para actuar. Y esto no siempre es fácil, sobre todo en nuestra sociedad occidental tan dominada por el impulso inconsciente.

¿Os acordáis de los artículos Crónicas desde Accionalandia? Ahí os mostraba mi experiencia personal con las leyes de la acción y la no acción y cómo se había venido abajo el mito de que basta el esfuerzo y la voluntad para conseguir lo que queremos. Por supuesto que ambos son importantes pero, a veces, no son suficientes. No, si no estamos en el lugar y el momento adecuado.

Cuando las circunstancias nos son contrarias sentimos rabia y arremeter puede que sea la única solución que vemos posible pero, probablemente, la cuerda nos va a dar un buen latigazo en las piernas. Por el contrario, si nuestra entrada se produce por una cierta dejadez o falta de claridad, vamos con seguridad a enredarnos con la cuerda hasta que caigamos al suelo por patosos. En uno u otro caso hemos entrado a destiempo en el juego.

FLUIR CON LA VIDA

¿Cuándo es el momento de actuar?

  • Cuando nuestro ritmo se adecúe a las circunstancias que atravesemos. Puede que tengamos que acelerar o desacelerar nuestro ritmo personal para adaptarnos al ritmo del momento. Pretender lo contrario sería la tarea de un Hércules.
  • Tener claro lo que queremos está muy bien. Pero no hemos de olvidar sopesar todos los factores que están en juego. 
  • Escoger siempre el camino más sencillo es una de las premisas a tener en cuenta cuando dudamos entre actuar o no actuar.
  • La actuación correcta es la actuación no egoísta que tiene en cuenta también el beneficio del entorno.
  • Si por causa de fuerza mayor nos vemos obligados a actuar en un momento poco favorable, al menos nuestra energía debe estar fuerte para soportar las posibles tensiones que nos aguardan al desafiar la situación. Si nos sentimos débiles, desorientados, faltos de información, es mejor esperar. De lo contrario, nos desgastaremos inútilmente.

El autoconocimiento nos dará las claves necesarias para que dejemos de pelearnos con la vida y podamos sacarle partido. Es un camino arduo en muchos tramos, pero también tiene sus momentos de intensa magia y belleza, cuando percibes que fluir con la vida, alinearse a su ritmo, es lo que hace posible los milagros.

Os abrazo, María

¿Queréis compartir vuestras experiencias al respecto? Hacedlo más abajo, donde dice: “Deja un comentario”.

Imagen: Library of Congress

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. esther

    «Si por causa de fuerza mayor nos vemos obligados a actuar en un momento poco favorable, al menos nuestra energía debe estar fuerte para soportar las posibles tensiones que nos aguardan al desafiar la situación. Si nos sentimos débiles, desorientados, faltos de información, es mejor esperar.»

    La vida, en ocasiones, no puede esperar, y en situaciones, por ejemplo en una enfermedad, tienes que dar todo de tí, y aún sintiéndonos débiles, o desorientados, tenemos que actuar, asi que no lo veo tan fácil. Es fácil el decirlo, pero no es la realidad, creo que hay que aceptar las cosas y estar lo mejor posible, pero si no estamos, no podemos escapar de esa situación, sino afrontarla, y saber sobrellevarla, con las armas de que dispongamos, en mi caso, es la meditación la que me ayuda en todo eso, siempre es la meditación, y poco a poco vamos viendo el resultado.

    gracias.
    un abrazo

    1. Hola Esther, buena observación, a veces la vida parece que no te da la oportunidad de elegir si has de actuar o no. A veces, nos encontramos con situaciones que solo tienen una salida posible. Y no queda más remedio que tomarla. Evidentemente, la frase se refiere a aquellas situaciones en las que sí es posible elegir. Un abrazo

  2. Ana

    ¡Ay! María, que bueno, que cierto…. me he visto ahí, en ese momento: «Una, Dos y Tres» por lo menos ahí me paraba para tomar aire y contar antes de lanzarme. Me encanta, gracias por compartirlo.
    Un abrazo,
    Ani

    1. Sí, Ani, es verdad, había un primer momento de total atención y aparente inmovilidad, aunque el torso se inclinaba hacia delante y atrás levemente, siguiendo el ritmo de la cuerda. Y cuando creías tenerlo claro te lanzabas. ¿Igual que en la vida? Un abrazo amiga

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