En mi camino de autoconocimiento me he topado varias veces con la palabra destino. Es otro de los términos que me ha tocado explorar a fondo. Porque, como la mayoría de los occidentales, no creía en el destino. Incluso, aunque fuera cierto, pensaba que podíamos cambiarlo con solo proponérnoslo. Sólo era necesaria la fuerza de voluntad. Y trabajar duro. Cuánto he tenido que aprender acerca del destino y la libertad.
¿QUÉ ES EL DESTINO?
En primer lugar vamos a quitarle al destino un poco de esa carga misteriosa que tiene. También llamado hado o sino, el destino es descrito como una fuerza sobrenatural que dirige nuestras vidas, muchas veces en contra de nuestra voluntad. Es, por tanto, opuesto al tan cacareado libre albedrío que caracteriza al ser humano, esa libertad de escoger relaciones, situaciones o de tomar decisiones. De actuar, en definitiva. Creemos que estamos haciendo todas esas cosas. Pero, lo cierto es que no es nuestro ser consciente el que decide la mayor parte, sino nuestro subconsciente.
EL SUBCONSCIENTE Y LA LEY DE LA ATRACCIÓN
Ya os lo contaba en este artículo: Subconsciente: 95% de lo que somos. Una energía invisible es la que dirige nuestras vidas. Está formada por todas las impresiones que hemos recibido desde el primer momento de nuestra existencia. Todo lo que hemos experimentado, amado, odiado, reprimido… está ahí. Y conforma lo que en verdad somos. Es esa energía la que estamos proyectando hacia el exterior y la que nos va a devolver una realidad que no siempre nos gusta ni nos apoya. Porque no se corresponde con lo que nuestro 5% consciente desea, sino con lo que el contundente 95% subconsciente es.
Así que no se trata tanto de fuerzas misteriosas como de leyes físicas, concretamente de la Ley de la Atracción.
Nuestro destino se corresponde con toda la carga energética que llevamos incorporada, la que conocemos y la que desconocemos. Y como resulta que no nos conocemos demasiado seguimos estrellándonos, tropezando en la misma piedra o cayendo en el mismo hoyo. La vida insiste en traernos una y otra vez situaciones recurrentes. Cambian los personajes, cambian los escenarios, pero la esencia es la misma.
LIBERTAD
¡Qué intrincada trama de energía en la que nos hayamos inmersos! Intentar entender algunas de las causas de lo que hoy somos nos obliga a recorrer los infinitos caminos del laberinto de nuestra existencia en sentido inverso.
Meditación y Reiki son dos buenos métodos para caminar por el sendero del autoconocimiento. Nos pueden ayudar a entender muchas de las situaciones que estamos viviendo. Y ese es el primer paso hacia la libertad, porque
- el entendimiento llevará a la aceptación de lo que nos sucede,
- cambiaremos nuestras reacciones inconscientes por acciones y decisiones conscientes
- y el sufrimiento disminuirá.
¿SE PUEDE CAMBIAR EL DESTINO?
Buena pregunta. Yo también me la hago.
Siguiendo con la Ley de la Atracción, está claro que si nosotros cambiamos en profundidad este cambio debería reflejarse en nuestras vidas.
Y así es en un primer momento.
Sin embargo, mi experiencia es que al avanzar en el camino del autoconocimiento el tiempo sufre una aceleración y empiezas a lidiar con muchos frentes a la vez.
Esta urgencia no es provocada por la persona, al menos conscientemente, sino por el grandioso mecanismo que se ha puesto en marcha. Podría parecer que estamos peor que cuando empezamos, pero la verdadera libertad exige nuestro total desarrollo emocional, mental y espiritual
Es precisa la paciencia y la perseverancia diaria en la práctica para continuar nuestro camino y ver las posibilidades de moverse lo mejor posible dentro de nuestro destino.
Os abrazo, María
Imágenes: Prometeo encadenado, por Gregorio Martínez (1547-1598). Prometeo trayendo el fuego, por Jan Cossiers (1600-1671).
Hermoso María, que claridad! si vienes por Buenos Aires, te estoy esperando.
Gracias Adriana, me encantaría! A ver si está en mi destino. Un abrazo