Hablábamos en el artículo anterior del pasado y de cómo era necesario emprender el proceso de reconocerlo y aceptarlo en el caso de que nos esté impidiendo avanzar en nuestro crecimiento personal. Sin embargo, en este proceso muchas personas se pierden en un análisis interminable de las causas que, casi siempre, suele llevar a la conclusión de que «alguien» o «algo» es el culpable de su situación actual. En este artículo vamos a ver si , en nuestra vida, buscamos culpables o responsables.
«De los males, el mayor es la culpa». F. Schiller
BUSCANDO CULPABLES
En el camino del autoconocimiento, este puede ser uno de los agujeros grandes en los que podemos caer y quedarnos ahí una larga temporada, enganchados en el círculo vicioso de las recriminaciones y los reproches, llorando eternamente por lo que pudo ser y no fue.
Este es un momento de debilidad que nos da una muy escasa satisfacción: el victimismo.
Incapaces de escapar de la trampa del pasado, echarle la culpa «al otro» –personas, entorno, circunstancias– es la forma más rápida de descargar nuestro malestar o aliviar nuestra conciencia.
Pero, con esto ¿qué solucionamos? Yo diría que nada. El trabajo de introspección va directamente a la basura, ya que una información valiosísima para avanzar en nuestro autoconocimiento se transforma en un lastre que nos impide avanzar. Nos hacemos dependientes de nuestros sentimientos o pensamientos sobre el pasado y, sin saberlo, renunciamos a nuestra libertad y a nuestro poder personal.
RECUPERANDO LA RESPONSABILIDAD POR NUESTRA VIDA
¿Cómo salir de esta trampa emocional y mental?
La clave no está en buscar culpables dentro o fuera, sino en recuperar la responsabilidad por nuestra vida y esto significa:
- aceptar quiénes somos y cómo hemos llegado a ser lo que somos
- asumir que muchas veces cometemos errores (errar es humano)
- entender que a otras personas también les pasa (errar sigue siendo humano)
- dejar de asociar los condicionamientos o fallos de nuestra vida con terribles fracasos
- ser capaces de perdonar y, sobre todo, de perdonarnos
- recordar que la vida entera es un aprendizaje.
- cada lección aprendida es una oportunidad para trascender nuestros límites y crecer
Al fin y al cabo, se trata de vivir más conscientemente. Centrémonos en nuestra vida, cultivemos nuestra presencia, con responsabilidad y, por qué no, con expectación por los aprendizajes de cada día y el misterio de lo que somos empezará a desvelarse ante nuestros ojos.
Os abrazo, María
Lo importante de las situaciones que ha veces vivimos, que nos parecen y lo son traumáticas pero son verdaderas enseñanzas de la vida, si en esos momentos necesitamos ayuda no debemos dudarlo y aceptar ese empujón para salir del momento,todos lo hemos necesitado y hemos salido por muy mal momento que nos pareciese y al final el aprendizaje ha sido lo que nos ha deparado el momento, y al final somos sabios no os quedeis en la queja ni en la tristeza
el libro que recomiendas es una verdadera lección de resiliencia y todos podemos adquirir esa
fuerza del hierro si no nos negamos a aprender.
Gracias Julia por el comentario. Efectivamente, un proceso constructivo con las situaciones traumáticas del pasado sería: reconocerlas, aceptarlas, valorar las enseñanzas y buscar soluciones, como comentaba en el anterior post.
Necesitamos una mente creativa orientada a las soluciones y superar esta tendencia tan nuestra a perpetuar el drama. ¡Un abrazo!
Vivimos continuamente «el día de la marmota».Parece que nuestra vida está sosegada, hasta que un pequeño incidente nos retrotae a situaciones del pasado que se cerraron en falso. La insinceridad, es nuestro principal enemigo, que se manifiesta porque nunca ha sido corregida. Un abrazo.
Parece que la vida se encarga de procurarnos oportunidades para que no huyamos del pasado y afrontemos los sentimientos que nos perturban. Te agradezco mucho el comentario.
Hola María. Estoy de acuerdo en lo que dices de ser responsables de nuestra vida. Pero a mí me parece muy difícil salir de situaciones traumáticas terribles que por mucho que quieres no puedes.
Hola Jose, evidentemente, cuanto más traumática es la situación vivida más necesitamos de ayuda profesional para restaurar nuestra integridad emocional y mental. Los procesos serán más o menos largos, dependiendo de la capacidad de resiliencia de la persona. Ya hemos hablado aquí de resiliencia: la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Un gran ejemplo de resiliencia es «El hombre en busca de sentido», obra de Victor Franckl, neurólogo y psiquiatra austriaco que sobrevivió al Holocausto. Es una obra dura pero nos ayuda a reconsiderar la magnitud de nuestros problemas y nuestra capacidad para salir de ellos. ¡Un abrazo!
Reblogueó esto en propositosalud.
Un abrazo, Belén!