Hace tiempo que quería escribir este artículo, puede que a ti también te interese este tema, pero si te imaginas que voy a darte una serie de consejos sobre cómo controlar tu vida siento desilusionarte, porque realmente voy a hacer todo lo contrario.
CONTROLAR LA VIDA PARA DOMINAR
«Necesito controlar mi carácter». «Necesito controlar mis emociones». «Necesito controlar mis celos». «Necesito controlar mis nervios». «Necesito controlar mi eyaculación». Pon en un buscador de internet la frase «necesito controlar» y fíjate en todo lo que el ser humano tiene necesidad de dominar.
Según el diccionario de la R.A.E. «control es sinónimo de dominio, mando, preponderancia«.
Cuando necesitamos controlar nuestra vida o a la de los demás estamos ejerciendo nuestro poder e imponiendo nuestras reglas. Evidentemente, lo hacemos desde la perspectiva del Yo que siente que si no toma el mando, otros lo van a hacer en su lugar, con la siguiente anulación de sí mismo.
Así es como siempre hemos visto las cosas y hasta hace no mucho puede que nos sirviera para «sentirnos a salvo». Hemos crecido en la creencia de que debíamos luchar para hacernos un hueco en la vida.
LAS LIMITACIONES MENTALES
Pero yo me pregunto si tanta lucha y tanto control nos ayudan o en realidad nos limitan. Yo me pregunto si tanto empeño en defender nuestra personalidad no está en realidad impidiendo que emerja nuestra verdadera identidad.
El Yo que, en su afán de supervivencia, nos insta a ejercer el control puede que se encuentre enmarcado en rígidas limitaciones mentales que le impidan ver más allá de su propia realidad.
Y la realidad puede ser infinita, las posibilidades crecen y se multiplican a medida que nosotros crecemos y vamos liberando nuestras barreras.
¿Cómo descubrirlas si constantemente tenemos necesidad de controlar?
«NO PUEDO VIVIR EN LA INCERTIDUMBRE»
No se trata de controlar la vida sino de comprender, aceptar, confiar y ser paciente.
«¿Paciente?» me diréis. «¿Cómo voy a ser paciente? Necesito saber ya, ahora, si voy a conseguir lo que quiero, si voy a encontrar trabajo, si el amor va a aparecer en mi vida. No puedo vivir en la incertidumbre».
Queremos resultados, queremos llegar ya a nuestro destino y no caemos en la cuenta que las metas son solo excusas para ponernos en marcha y que lo que realmente importa es el camino.
«Todo llega cuando tiene que llegar. Una vida no puede vivirse con prisas, no puede ajustarse a un calendario, como intenta tanta gente», escribe el psiquiatra estadounidense Brian Weiss. Nos estamos perdiendo la vida, estamos apagando nuestra luz y nuestra fuerza interior en ese afán de que todo sea… ¿perfecto?
DESDE LA ACEPTACIÓN Y LA CONSCIENCIA
La vida es perfecta tal y como es, con sus ciclos de destrucción y renacimiento, así nosotros también pasamos por periodos de oscuridad y de luz para aprender y evolucionar.
- Solo desde la comprensión podremos entender el mensaje que cada una de las crisis de nuestra vida nos está intentando hacer llegar.
- Sólo después de mirarlo a la cara, aceptarlo e integrarlo en nosotros podremos trascenderlo.
- Sólo entonces seremos libres para replantearnos el camino o continuar, en la confianza de que todo va a resolverse de la mejor forma posible –no necesariamente la que nuestro Yo crea que es la mejor– y en el momento oportuno.
No se trata de no hacer nada o de «fluir con el Universo». Se trata de operar desde la profundidad de nuestra conciencia, desde nuestra verdadera identidad. Hallarla, y con ella la fuerza necesaria para sostenernos sin incertidumbres, es la primera de nuestras tareas en esta vida.
Os abrazo, María
Imagen: Wikimedia Commons
Muchas gracias por tu post. Tienes toda la razón, nuestro afan de controlar todo, incluido el tiempo, nos impiden vivir plenamente. Aplicaré tu consejo de comprensión, aceptación y confianza.
Queremos resultados inmediatos, es lo que este mundo apresurado nos enseña y nos exige. Menos tensión y más disfrutar del momento ¡que nos lo estamos perdiendo! Un abrazo.
Hay que quererse siempre y aceptarse. Y tener grandes dosis de paciencia, como bien dices. Un abrazo.
Sí, es nuestra impaciencia la que impide muchas veces que las cosas sucedan. Hay que hacer lo que tengamos que hacer y luego relajarse y confiar, seguro que cosecharemos los frutos que necesitamos. Un abrazo.