Tengo una planta grande que de vez en cuando se desprende de algunos esquejes con el sabio propósito de que estos arraiguen en la tierra y den lugar a otras plantas. Pero el rojo baldosín de mi terraza no es lo más apropiado para que esto suceda. Así, de vez en cuando recojo estos trocitos y los echo a un tiesto vacío que hay al lado, con la intención de plantarlos, como he hecho otras veces.
TIEMPOS DIFÍCILES
Hace dos meses que empecé a recoger estos esquejes y aún no los he plantado. Dos meses de intenso calor, sin apenas lluvias.
Durante este periodo las plantas no se han secado pero se han reconcentrado en sí mismas a la espera de mejores condiciones. Están más pequeñas, han perdido algunas hojas, pero siguen vivas.
Y, milagro, en el fondo del tiesto había una pizca de tierra, así que las plantitas han empezado a desarrollar raicillas.
Me fascinan.
COMPROMISO CON LA VIDA
No he pretendido hacer ningún experimento, sin embargo, ahí está este ejemplo de resiliencia increíble que nos dan las plantas. Ese compromiso con la vida del que tantas veces he hablado aquí.
Me imagino que las plantas no habrán blandido el puño hacia mí cada vez que entraba en la terraza por haber tardado tanto tiempo en rescatarlas. Pero si hubieran sido humanas posiblemente lo habrían hecho, quejándose de su mala suerte y culpándome ciertamente.
Al igual que estas plantitas, en el camino del autoconocimiento pasamos a veces malas rachas en las que la vida se muestra con toda su crudeza. Y nos desesperamos. O tiramos la toalla. Nos olvidamos de la Práctica, sin caer en la cuenta de que es ahora cuando más falta hace.
¡ÁNIMO!
Por propia experiencia sé lo importante que es perseverar en la Práctica diaria, porque a través de ella vamos purificando y nutriendo nuestro cuerpos físico, emocional y mental. Al aumentar nuestro nivel de vibración, emergen las barreras internas para que las comprendamos y asumamos. Es la única forma de poder trascenderlas. Con este movimiento, las barreras externas comienzan a diluirse también.
Un día ocurrirá algo bueno, algo que romperá con la mala racha y dará la vuelta a la tortilla. Quizás en nuestra vida irrumpirá ese Agente Mediador, dispuesto por el Universo para que la situación cambie. Puede ser lo que menos te imagines, conocido o desconocido. Pero acudirá puntual: en persona, a través de una carta, de una llamada… Y todo sencillamente cambiará.
Al igual que yo hoy me he convertido en el Agente Mediador de las plantas y ya las tengo a buen recaudo, humedecidas y a la sombra, esperando al trasplante que será esta tarde.
Y en unos meses se pondrán como esta que os muestro, trasplantada el verano pasado. Hermosa, jugosa, exhuberante.
Así que ¡ánimo! Y buena Práctica.
Os abrazo, María
¿Queréis compartir vuestras experiencias al respecto? Hacedlo más abajo, donde dice: “Deja un comentario”. ¡Ánimo!
Hermosa metáfora de la vida y sus vaivenes…
Hola María Cecilia, gracias por el comentario. Sí, la vida va y viene, porque nada es permanente, todo cambia, y bueno es tenerlo en cuenta para hacer frente a los momentos de bajada. Un abrazo